El principal reto de este proyecto de identidad visual es crear un diseño que sea a la vez acogedor, educativo y profesional, que refleje la experiencia única que ofrece la escuela, sin caer en clichés o estereotipos del sector musical.
La identidad tiene que ser inclusiva, atrayendo a una amplia gama de públicos como niños, adolescentes y adultos, y ser capaz de adaptarse a diferentes niveles de educación musical, desde principiantes hasta músicos más avanzados. Además, la identidad visual tiene que destacar en el mercado educativo, donde muchas escuelas ya tienen un diseño institucional establecido. La marca de la escuela de música debe comunicar su diferencial -ya sea en la calidad de la enseñanza, la diversidad de los cursos o el ambiente inspirador- de forma clara y memorable.
Otro reto es garantizar que la identidad visual sea capaz de representar la universalidad de la música, sin limitarse a un estilo o género específico, ya que la escuela puede enseñar desde música clásica hasta música popular, jazz, rock, entre otras. Esto requiere un equilibrio entre elementos visuales que evoquen la tradición y la innovación, y que resulten atractivos tanto para los estudiantes más jóvenes como para los que ya tienen cierta experiencia musical.